martes, 5 de febrero de 2013

Los pies de barro de la financiación de la seguridad social

La precariedad de la financiación de la seguridad social

Parece que se me está haciendo caso en mi reivindicación de transformar el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) en una herramienta para fomentar el autoempleo en vez de destruirlo, tal como expongo en mi artículo anterior sobre el tema http://jfbakker.blogspot.com/2011/04/las-empresas-los-autonomos-y-como-salir.html: el pasado 28 de enero la Ministra de Trabajo anunció una cuota reducida de 50 € por mes los primeros seis meses de actividad para los nuevos autónomos de menos de 35 años.

Aunque sí es verdad que es un comienzo, una primera grieta en el fortín inexpugnable del RETA, tal vez un proyecto piloto que se generaliza a todos los autónomos en caso de éxito, pero sigue siendo una oferta rácana para hacerles la vida menos costosa a los autónomos. La timidez de la medida huele a miedo; miedo a que ponga en peligro la fuente de ingresos de nuestro sistema de pensiones públicas que es el destinatario de las cuotas a la seguridad social. También las reticencias mostradas desde diversos sectores de la administración pública, del mundo sindical y patronal para reformar el RETA, tachando sin contemplaciones mis propuestas de “inviables”, “innecesarias” o “disparatadas”, hacen temer que la financiación de la seguridad social depende excesivamente del tejido productivo de este país hasta tal punto de formar una rémora para su funcionamiento.

¡No puede ser que una reforma que es vital para volver a tener un tejido empresarial fuerte que genere empleo, y que es cada vez más reclamada desde la sociedad, no se lleve a cabo porque hace peligrar la solidez financiera de la seguridad social! Significa que la seguridad social tiene los pies financieros de barro y tenemos una bomba de relojería que puede estallar cualquier momento. Entonces, sí, podríamos terminar como Grecia o peor.

Hay varias señales que nos dicen que las pensiones públicas son el quebradero de cabeza de mañana. En primer lugar tenemos esta bajísima natalidad de 1,4 niños por mujer que se refleja en esta horrorosa pirámide de población (gráfico 1) que tenemos en España según el cual en unos 20 años nos faltarán cotizantes para mantener las pensiones públicas en su nivel actual.


Gráfico 1: Composición de la población según sexo y franjas de edad y evolución del paro en España. Se ve claramente que la bajada de la natalidad empezó hace unos 30 años, justamente cuando empezó la crisis estructural con su aumento del paro, que seguimos padeciendo hasta el día de hoy con sólo una paréntesis entre el 1995 y 2007.

En este sentido la reciente reforma de las pensiones públicas que retrasa la edad de jubilación a los 67 años y prescribe más años cotizados para percibir la pensión máxima es una preocupante señal en la pared que augura un paulatino deterioro de la calidad de nuestras pensiones públicas si se empeña a mantener el sistema actual de reparto (los cotizantes de hoy pagan las pensiones de hoy).

Para mantener la calidad de las pensiones de cada vez más beneficiarios, inevitablemente el fondo de las pensiones públicas ha de seguir el ritmo de crecimiento del envejecimiento de la población. Hay tres maneras de conseguirlo:
  1. Suficiente crecimiento económico.
  2. Más cotizantes.
  3. Capitalizar el fondo de las pensiones públicas.


Suficiente crecimiento económico

Contrariamente a lo que pasó en la época de bonanza entre 1995 y 2007, ésta vez la recuperación económica ha de traducirse en más productividad y competitividad, lo cual según las leyes de oferta y demanda en el mercado laboral se traducirá no sólo en un descenso del paro, sino también en mejores sueldos, y por ende en una mayor aportación por trabajador al fondo de las pensiones públicas.

Obviamente esto sólo se consigue con desregulaciones del tipo que explico en mi artículo anterior (http://jfbakker.blogspot.com/2011/04/las-empresas-los-autonomos-y-como-salir.html), facilitando la creación de empresas y negocios. Luego son imprescindibles una apuesta clara y seria por la i+d+i y un sistema educativo que cumpla con dos requisitos fundamentales:
  1. Que dé a cada alumno lo que necesite para desenvolverse con éxito en la vida profesional en lugar de este mamotreto llamado LOGSE, secuestrado e ideologizado por nacionalistas y socialistas, posiblemente el máximo responsable del paro juvenil en España al dejar al 35% de los alumnos no solo sin título, sino sin cualificación alguna siquiera, al obligar a todos a aprender (o desaprender) lo mismo y que por eso ni le sirve al futuro médico, ni al futuro electricista.
  2. Apueste por la educación continuada para adultos, de libre acceso a todos los parados de larga duración, acreditando un mínimo de conocimiento previo para hacer y terminar el curso con éxito, con el fin de volver a poder encontrar trabajo con facilidad.
Más cotizantes
Para conseguir más cotizantes es imprescindible invertir esta peligrosa tendencia a la baja de la natalidad en España. La natalidad ha caído a esta preocupante cifra de 1,4 hijos por mujer porque en las familias no entra suficiente dinero para sostener una familia de más de un hijo, lo cual debería ser en si mismo motivo suficiente para apostar por un modelo de crecimiento económico que se traduzca en mejores sueldos.
Sin embargo, el gobierno de España también ha de tomar muy en serio de una vez por todas las políticas de ayuda a las familias. La familia es la piedra fundamental de la sociedad. Los individuos humanos nacemos en una familia, crecemos en una familia, vivimos en una familia y ojala muramos en una familia.
No pedimos que vuelva el cheque bebé, aunque si es verdad que estos 2.500 € vinieran muy bien. Lo que necesita España en su lugar es una ayuda estructural y permanente por cada hijo mientras éste sea menor de edad o siga estudiando. No es suficiente que se deduzca en la declaración de la renta un determinado importe por hijo. La nueva ayuda ha de ser positiva, es decir debe consistir de un determinado importe que cada persona con hijos a su cargo reciba periódicamente, independientemente de sus ingresos principales.
Como las cuentas del Estado están como están, esta ayuda inicialmente no puede ser muy generosa, p.ej. unos 50 € por mes por hijo, pero una vez que las arcas estatales se recuperen, han de aumentarse a 200 € o incluso 400 € por mes. Se podría organizar de tal forma que la máxima prestación se percibe cuando más cueste el hijo (en la adolescencia y mientras estudie). También la ayuda ha de ser decreciente en función del número de hijos, premiando los primeros 2 hijos y reduciéndola a partir del 2º. Para conseguir que esta ayuda beneficie sobre todo a las familias con las rentas más bajas, dicha ayuda ha de añadirse como ingresos a la declaración de la renta. Se ajustarán los baremos de devolución de tal manera que esta ayuda no tenga efectos tributarios negativos para las rentas por debajo de cierto umbral de ingresos (p.ej. 30.000 €/año brutos), mientras que los que tengan las rentas más altas, la tendrá que devolver casi en su totalidad.
Entiendo que esta ayuda familiar es muy costosa, pero es imprescindible para fomentar la natalidad y reforzar así la salud demográfica de la población. Salud demográfica se traduce en salud económica. Es una inversión con una altísima rentabilidad a largo plazo. En Holanda se introdujo esta ayuda familiar ya en los años 50. Ahora Holanda tiene la natalidad en 2,4 hijos por mujer, sin contar con hijos de inmigrantes.
Capitalizar el fondo de las pensiones públicas
La tercera vía de aumentar el fondo de pensiones, la de capitalizarlo (invertirlo productivamente), ha sido rechazado tajantemente en círculos de la izquierda política (sindicatos incluidos) declarándola tabú meramente por motivos ideológicos (con el dinero de los trabajadores no se especula). Sin embargo, el estado precario del fondo de pensiones nos obliga a considerar esta posibilidad.



Gráfico 2: Rentabilidad anual de los fondos de pensiones en Chile, país pionero en la inversión de los fondos de pensiones. En Chile, los cotizantes pueden elegir entre cinco modalidades de riesgo y rentabilidad (A, B, C, D y E).
Obviamente la inversión en los mercados financieros conlleva riesgos y tampoco las pensiones de Chile, país pionero en la inversión de los fondos de pensiones, están exentas de ellos, como demuestra gráfico 2: en 2008 los fondos de pensiones de Chile perdieron el 22% de su valor por la grave crisis bursátil. Sin embargo, el año después ya habían recuperado lo perdido el año anterior, cerrando el año incluso con un beneficio neto. En general, el resultado se considera en Chile muy satisfactorio, porque ha permitido aumentar significativamente la cuantía de las pensiones, ha contribuido al bienestar de los jubilados chilenos y se ha conseguido un sistema que no depende del número de cotizantes en relación al número de jubilados.
La experiencia chilena le ha inspirado al gobierno de un país de la talla de Suecia a adoptar el mismo sistema de pensiones, y también varios países del Este de Europa (Polonia, los países bálticos), que todos tienen en común una baja natalidad y su correspondiente falta de cotizantes, lo están considerando.
En Holanda se empezó a invertir el fondo de pensiones en los años 80. En el Pacto de Wassenaar (el equivalente holandés del Pacto de Toledo) se decidió que las pensiones públicas no pudieran depender de los vaivenes coyunturales de la economía o de la bondad o maldad de los políticos. Los sindicatos exigieron sin embargo, que la gestión la llevaran ellos. No han defraudado y están haciendo un excelente trabajo. Conviene observar sin embargo que en Holanda los sindicatos son independientes, se dedican estrictamente a la representación de los intereses de sus afiliados (el valor de las pensiones es uno de estos) y no dependen de los presupuestos del Estado.
Con las tres medidas propuestas (crecimiento económico de que se beneficien los ciudadanos, más cotizantes, y capitalización del fondo público de pensiones) se consigue algo elemental: se garantiza la sostenibilidad del sistema pública de pensiones, se hace independiente de los idos y venidos de la economía y de la política, y deja de depender excesivamente de determinados colectivos sociales.
Las pensiones públicas han de estar garantizadas siempre, sin importar las circunstancias políticas o económicas. Su sistema de financiación ha de caracterizarse por la independencia y la solidez.
Es curioso, para reformar el entramado de normativas y leyes que rige la creación de empresas y negocios, hacen falta reformas profundas en la financiación de las pensiones públicas. Pero a la vez, para poder realizar las reformas precisas en las pensiones, hacen falta reformas que faciliten el crecimiento económico, o, lo que es lo mismo, la creación de empresas y negocios.
Es un pez que se muerde en la cola. Sólo se puede romper este círculo vicioso abordando las reformas necesarias a la vez, con valentía, y mirando por sus efectos a largo plazo.

3 comentarios:

  1. Frans, corrígeme si me equivoco, pero creo que la financiación de la sanidad corre por cuenta del presupuesto de cada comunidad, no con cargo a las cotizaciones.

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  2. Gonzalo, es verdad lo que dices. Pero, para financiar la sanidad, las comunidades autónomas reciben dinero del estado, y este dinero procede en parte de las cotizaciones a la seguridad social, y en otra parte de las demás fuentes de ingros del estado. De todos modos, la financiación de la sanidad no guarda relación ninguna con sus gastos, y esto es lo malo que tantos quebraderas de cabeza da.

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  3. Estimado Frans,
    Acabo de descubrir tu blog. Tu artículo “Los pies de barro de la financiación de la seguridad social” me ha parecido fantástico.
    Podrías proporcionarme un email de contacto, por favor?
    Un saludo,
    Alberto

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