miércoles, 6 de mayo de 2015

Y la solución es ... libertad

Crisis en la educación pública de España

El título de este artículo podría sugerir que se trate del deseo de las muchas grandes minorías y quizás pequeñas mayorías en las diversas regiones periféricas de Europa de independizarse, pero nada está más lejos de la verdad. El asunto del presente artículo es la educación, y en concreto la educación pública en España que sin duda alguna no está pasando por sus mejores momentos. 














Fig. 1: Tasas de abandono escolar de 2013 en diferentes países europeos; el dato correspondiente a España en amarillo. Fuente: Eurostat (http://epp.eurostat.ec.europa.eu/portal/page/portal/eurostat/home/). 

Para empezar, la tasa de abandono escolar con un 23% (cifra de 2013) es una de las más elevadas de Europa; solo en Turquía la situación es peor (ver fig. 1). El descenso gradual de la tasa de abandono escolar desde 1992 no puede server de excusa: sigue siendo el doble de lo que se debe considerar aceptable (un 12% como mucho) en un país que aspire a ser uno de los más avanzados del mundo. Además, fig. 2 demuestra claramente como el aumento de la tasa de abandono escolar coincide con la burbuja inmobiliaria que ocurrió en España entre 2000 y 2007 antes de que se desinflara con el inicio de la crisis: fue muy fácil entonces encontrar trabajo en el sector de la construcción que claramente funcionó como tubo de escape para estudiantes desmotivados.













Fig. 2: Evolución de la tasa de abandono escolar en España. Fuente: Eurostat.

Lao informes PISA (Program for International Student Assessment) muestran una tendencia similar: en comparación con otros países de la OCDE, sistemáticamente España se queda atrás en las tres capacidades examinadas en el programa: comprensión de textos, matemáticas y ciencias naturales (ver fig. 3). La OCDE hace los análisis PISA una vez cada tres años, y entre 2000 y la última vez que se llevó a cabo en 2012, no se observó progreso alguno en el caso de España. 

























Fig. 3: Resultados de las investigaciones PISA, llevadas a cabo entre 2000 y 2012 en algunos países de la OCDE con intervalos de tres años; los resultados de España en amarillo: solo Italia, México y Turquía obtuvieron peores resultados.

Las muchas quejas de estudiantes, padres y profesores por igual sobre el sistema educativo parecen solo confirmar lo que se esconde detrás de los números fríos: profesores con deficiente formación que no dominan de manera suficiente las materias que tienen que enseñar (aquellos profesores de inglés que ni entienden, ni hablan este idioma no son una excepción), profesores que enseñan asignaturas para qué no tienen cualificación (profesores de religión enseñando francés, profesores de matemáticas dando educación física, etc.), falta de disciplina, casos desgarradores de acoso escolar, desmotivación compartida entre estudiantes, profesores y directores de centro, falta de recursos y una extrema ideologización en muchas de las comunidades autónomas de España, cuyo único propósito parece ser crear perfectos socialistas, nacionalistas o cualquier otro “ista” que se pueda inventar.

Llama la atención la queja de la falta de recursos, ya que el gasto por estudiante en España no difiere mucho de los demás países desarrollados de Europa, como demuestra fig. 4.














Fig. 4: Gasto (público y privado) en educación por estudiante (€) en 2011; el dato correspondiente a España en amarillo. Fuente: Eurostat.

Si comparamos ahora el gasto en educación por estudiante con dos otros parámetros que se suelen utilizar para medir los resultados de un sistema educativo, los cuales son la tasa de abandono escolar y la tasa de paro juvenil, vemos que en España lo estamos haciendo francamente fatal (fig. 5).






















Fig. 5: Gasto en educación por estudiante (en 100 €, en verde oscuro) comparado con la tasa de abandono (en %, en azul oscuro) y la tasa de paro juvenil (en %, en azul claro) en 2013; los datos correspondientes a España en rojo, color naranja y amarillo. Fuente: Eurostat.

Se esperaban las bajas tasas de abandono y paro juvenil en muchos países de Europa, dado su alto gasto en educación por estudiante. De la misma manera es lógico que en un país como Turquía, se registren altos valores de estas tasas por su bajo gasto en educación. Sin embargo, las tasas igualmente bajas de abandono y paro juvenil comparadas con el bajo gasto en educación por estudiante en muchos países de Europa Oriental, deniegan la existencia de una relación directa entre el gasto en educación y el éxito del sistema educativo. De todos modos, el relativamente alto gasto en educación por estudiante en España debería resultar en tasas de abandono escolar y paro juvenil manifiéstamente más bajas de lo que se suele registrar.

La relativa irrelevancia del modelo educativo

Si no hay una relación clara entre el gasto en educación y el éxito del sistema, ¿cuáles son los factores que sí determinen el éxito de un sistema educativo? Entre los países con buenos resultados educativos no se encuentra un sistema dominante que pueda explicar su éxito. Los países de habla alemana y neerlandesa todos tienen sistemas altamente diversificados en el sentido de que los estudiantes se mantienen dentro de un mismo tronco académico solo un limitado número de años, en general coincidiendo con lo que se suele llamar la educación general básica, entre los seis y doce o catorce años de edad.

Para la etapa secundaria se ofrece una variedad de tipos de instituto, entre los cuales los estudiantes pueden elegir de acuerdo con sus características específicas, intereses y capacidades intelectuales. El tipo de instituto intelectualmente más exigente da acceso directo a la Universidad. La Formación Professional está disponible a partir del último año de la educación general básica para darles a los estudiantes menos motivados la oportunidad de recibir una sólida educación secundaria aprendiendo a la vez una profesión que les permita encontrar trabajo con relativa rapidez después de terminar los estudios, lo que suele ser el caso por la estrecha colaboración con el mundo empresarial, que les permite adquirir exactamente aquellas habilidades que piden las empresas que les van a contratar. No debe sorprender que la tasa de paro juvenil en aquellos países tenga la tendencia de ser muy baja (en general inferior al 15%).

En los países escandinavos al contrario, incluyendo la admirada Finlandia, se mantienen los estudiantes dentro del mismo sistema hasta el fin de la edad obligatoria de escolarización, establecida en todos los países en dieciséis años. Las tasas de abandono escolar son como en los países de habla alemana y neerlandesa, con excepción de Noruega, que tienen un alto gasto en educación, pero una tasa de abandono mucho más alto de lo que cabía de esperar. La tasa de paro juvenil en general es más alta (ver las cifras para Suecia y Finlandia), ya que es más complicado establecer una integración fluida entre el mundo educativo y empresarial si los estudiantes permanecen relativamente aislados del mundo real hasta una la edad más avanzada de dieciséis años.

Diferencias fundamentales entre los países

La pregunta ahora es ¿qué es lo que tienen los países con buenos resultados educativos (Norte y Centro de Europa) en común frente a países con problemas en su educación como España, Portugal, Francia, Italia o Grecia (Grecia tiene una tasa de paro juvenil del 58,30%, más elevada que España)? La diferencia parece residir en la intervención de las administraciones públicas (AAPP) en decisiones que por su índole deben pertenecer al ámbito individual, que sea éste los padres o el centro educativo (centro) como demuestra la tabla en fig. 6.

Asunto
Poder de decision
A, B, CH, D, DK, FIN, L, N, NL, S
E, F, GR, I , P
Elección de centro educativo.
Los padres mientras los estudiantes sean menores de edad.
Las AAPP.
Recursos humanos (contratación de profesores).
El centro.
Las AAPP.
Metodología, filosofía y enfoque de la enseñanza.
El centro.
Las AAPP.
Admisión of students.
El centro, aunque las AAPP garanticen plaza en algún centro hasta el final de la mientras dure la escolarización obligatoria.
Las AAPP.
Asuntos disciplinarios.
El centro.
Las AAPP.
Financiación.
Las AAPP.
Las AAPP.
Sistema remunerative para profesores.
Sueldo fijo en función de edad y experiencia más complementos por incentivo.
Sueldo fijo en función de edad y experiencia.

Fig. 6: Diferencias principales en poder de decisión en asuntos que afectan la organización, la gestión y la convivencia diaria en los centros educativos entre países con buenos resultados y países con problemas.

Se observa en la tabla en fig. 6 que en países con buenos resultados educativos las decisiones fundamentales sobre la organización, gestión y convivencia diaria las toman las partes directamente implicadas, es decir, los padres y los centros, mientras en países con problemas las toman las administraciones públicas.

En el sistema español, las administraciones públicas intervienen en todas las decisiones de trascendencia. Para empezar, en muchas de las comunidades autónomas con que cuenta España, los padres no tienen libertad de elección de centro para sus hijos: el lugar del domicilio o el puesto de trabajo suele ser el factor determinante. Si vives en una zona de la que no te gusta el colegio, no puedes enviar tu hijo a otro, aunque esté a tan solo 500 metros de distancia.

En segundo lugar son las administraciones públicas las que toman todas las decisiones relacionadas con la gestión y convivencia diaria en los centros: deciden sobre los libros de texto, uniformes para todos los centros, deciden cuándo y dónde trabajen los profesores, y en muchas comunidades autónomas deciden hasta sobre qué hacer con estudiantes conflictivos.

Por último, en España los centros no tienen ni voz ni voto en la contratación (y suspensión) de los profesores, ni están implicados en su formación, que deja mucho que desear. En España a la carrera de magisterio se puede acceder con una nota de 5 sobre 14, lo cual es extremamente bajo. Si lo traducimos a una escala de notas de 0 a 10 en lugar de 0 a 14, la nota baja a apenas un 4. Es decir, se admiten al profesorado estudiantes que manifiestamente no tienen la capacidad intelectual para ello.

La poca exigencia con el profesorado tiene una larga tradición en España, pero fue acentuándose una vez que se transfiriesen, sin pedir garantías a cambio, las competencias de la gestión de la educación a las comunidades autónomas, una oportunidad que la mayoría de estas aprovechó para crear nichos de votantes fieles al partido instalado en el poder: total una genial operación de ingeniería socio político en la cual, evidentemente, el bienestar de los alumnos siempre ha sido la última de las prioridades, si alguna vez lo ha sido.

Además, el profesor que desee estabilidad económica en su vida ha de convertirse en funcionario, lo cual supone un arduo camino de durísimas oposiciones en que el aspirante tiene que invertir varios años de su vida, pero con la recompensa de tener el trabajo y por ende el sueldo garantizado de por vida hasta tal punto que el funcionario puede considerarse propietario por derecho de su plaza, lo cual es el sueño de más de un ciudadano español.

Sin embargo, estudiar oposiciones requiere cualidades como extrema concentración, memorización coránica y la capacidad de estar solo y aislarse del resto del mundo durante largos períodos de tiempo. Pueden ser las características ideales para alguien que no haga otra cosa en lo que le quede de su vida profesional que revisar documentos y poner sellos, pero de un profesor se espera un comportamiento totalmente distinto. Un profesor ha de ser un excelente comunicador, tiene que tener mucha imaginación, creatividad y empatía, y debe tener sus capacidades de análisis y sintetización bien desarrolladas para tener éxito en su profesión.

Está claro que el sistema español de formación y reclutamiento de profesores atrae exactamente lo contrario del tipo de persona que se estima idónea para la educación. Si encima no se le puede despedir a un profesor funcionario que no rinda en su trabajo, se crea así, aparte de la falta total de libertad, una fuente de desmotivación, descontento y frustración permanente que podría explicar de por sí el altísimo grado de fracaso escolar en España.

Libertad de elección y de gestión

Está claro que el sistema educativo de España está atrapado en un conjunto de leyes, normativas y también comportamientos culturales que puedan haber funcionado en un pasado muy remoto, pero que ahora solo producen fracaso y frustración. Para escapar de esta trampa y evolucionar hacia un sistema de éxito, es fundamental que los participantes en el sistema educativo puedan decidir y actuar en libertad. Discutir sobre el modelo educativo, o asuntos como religión sí o no en los colegios, la edad en que se permitan las especializaciones o la administración que deba tener la competencia, es una pérdida de tiempo que desvirtúa la atención de lo esencial.

Es fundamental que sean los padres los que deciden en qué centro se escolaricen sus hijos, partiendo de la premisa que siempre desean lo mejor para sus hijos y consecuentemente elegirán siempre el colegio donde sus hijos recibirán la mejor educación dadas sus características intelectuales, sociales y emocionales. A la vez sin embargo, han de ser los centros mismos los que tengan la competencia sobre los asuntos de gestión y convivencia diaria, como son la contratación (y suspensión si es necesario) de profesores, asuntos pedagógicos como los libros de texto a utilizar, métodos de enseñanza, filosofía y asuntos religiosos asuntos disciplinarios y admisión de estudiantes; permitirá que los centros se distingan entre sí y hasta se especialicen si se considera necesario o deseable. 

Ambas libertades juntas darán lugar a una competitividad sana que solo puede ser beneficiosa para la calidad de la enseñanza. La libertad de elegir metodología también romperá con el monopolio de la editorial que tiene esta posición privilegiada en la actualidad, creando un verdadero mercado de libros de texto con la inevitable reducción de precios y aumento de calidad. La libertad terminará también con el uso obligatorio y excluyente de idiomas cooficiales en determinadas comunidades autónomas en detrimento del español, ya que la decisión sobre la lengua vehicular quedará en manos de los centros.

De esta manera se crea una especie de mercado en que los centros compiten por atraer los estudiantes que mejor se ajustan a sus características, mientras los padres pueden elegir. No obstante el sistema educativo en países con buenos resultados educativos no es un mercado de verdad ya que no hay transacciones financieras entre las partes implicadas. En ninguno de los países con sistemas de éxito los padres tienen que pagar dinero para enviar sus hijos al centro de su elección al garantizar el Estado la financiación del sistema. Es más, en algunos países los alumnos reciben una beca de transporte si el centro de su elección está muy alejado del domicilio familiar;  la competición no es por atraer los estudiantes más ricos, sino los más idóneos.

La formación de los profesores

En segundo lugar el sistema de formación y reclutamiento de los profesores ha de cambiar. Aparte de tratarse de puro respeto, cariño y empatía hacia nuestros jóvenes, está en juego el futuro de España, nuestro país. El futuro de nuestro país empieza con la educación: cuanto mejor la educación, mejor preparados estarán nuestros jóvenes, más prósperos serán una vez adultos y mejor la irá a España como país. En primer lugar la nota de corte para acceder al magisterio tiene que subir a por lo menos un 7 de 10 o un 10 de 14. Es un excelente filtro para quedarse únicamente con los más inteligentes y con los estudiantes con verdadera vocación para la docencia.

A la vez la formación misma tiene que ir mucho más encaminado a crear vocación, como es el caso con los médicos, que deben, después de licenciarse en la medicina, funcionar entre dos a cinco años como “Médico Interno Residente (MIR)” para poder practicar la medicina. La fase del MIR está muy enfocada a la práctica de la profesión médica. Las deficiencias detectadas en la formación de los profesores, muy teórica con el acento a pasar exámenes, pide a gritos una segunda fase posterior a la carrera universitaria en la cual el futuro profesor se familiarice con la práctica de la enseñanza. Obviamente su duración tendría que ser máximo dos años en vez de mínimo, como es el caso con los futuros médicos.

Lo que será más difícil, por su condición de funcionarios, es la aplicación de condiciones normales de mercado en las relaciones laborales con los profesores. No obstante, se puede introducir cierta libertad para los centros en la selección de personal. En lugar de asignar un candidato desde arriba sin consentimiento del centro cuando un puesto quede vacante, la administración competente podría enviar una selección de candidatos de su bolsa de trabajo que cumplan los criterios establecidos por el centro. Así el centro podrá seleccionar el candidato que cree que mejor satisfaga los criterios. De lo que no debe haber duda sin embargo es, que son los centros los que tienen que tener la última palabra en la contratación de personal docente. Obviamente, la administración competente ha de asegurarle al profesor, una vez admitido al cuerpo de funcionarios, trabajo y sueldo, pero en qué centro ejerce su profesión, es una decisión que tiene que quedar reservada a los centros.

Idiomas extranjeros

La libertad en la contratación de profesores va a ser esencial para resolver el eterno problema de la enseñanza de idiomas extranjeros en la educación pública de España. Es un secreto a voces que el sistema de enseñanza pública español, así como la sociedad española en su totalidad, está fracasando estrepidamente en esta materia. Limitémonos al inglés, de que hay un consenso general que el dominio de aquel idioma es fundamental para tener acceso a los puestos de trabajo bien retribuidos y una carrera profesional satisfactoria. Es inaceptable que prácticamente la totalidad de los profesores de inglés que ejercen en la actualidad, no sean capaces de  expresarse debidamente en este idioma, y menos todavía enseñarlo.

Al no funcionar el método de contratación actual, resolver este problema de una vez para siempre, necesariamente pasa por medidas radicales: el sistema pública de educación debería abrir sus puertas sin reservas a profesores de todos los países angloparlantes así como de otros países famosos por el altísimo nivel del inglés como segundo idioma, como los Países Bajos, Bélgica o los países escandinavos. Sólo debería exigirse un mínimo de experiencia docente y dominio del español para poder impartir el inglés como asignatura en los centros de educación pública, considerando válidos todos los títulos y diplomas relevantes obtenidos en sus países de origen, sin obligación de homologarlos a sus equivalentes en España.

A la vez España debería cambiar algunas costumbres culturales con respecto a los idiomas extranjeros. A pesar de considerarse los españoles personas abiertas y simpáticas, la cultura española sigue siendo una cultura cerrada, en el sentido que evita las influencias de fuera y hasta las trata con desconfianza y hostilidad. Es muy difícil encontrar libros y revistas en otros idiomas que no sea el español, mientras en la televisión el español es el único idioma permitido: todas las series, películas y otros textos pronunciados en idiomas extranjeros se doblan sistemáticamente al español. De esta manera no es raro que un joven español no oiga el inglés hablado hasta que tenga 15 años de edad, lo cual en general es una edad demasiada avanzada como para obtener una fluidez aceptable en inglés.

Del otro lado, si un niño se acostumbra a los sonidos de otro idioma al oírlo en la televisión y en el cine, entendiendo lo dicho a través de subtítulos en su propio idioma, el aprendizaje será mucho más fácil una vez que empiece a estudiarlo de manera estructurada al no ser algo extraño y completamente nuevo para él. Se ha demostrado científicamente que el nivel del inglés de los países no angloparlantes es mucho mayor en países donde se subtitulen la televisión y el cine que en países que utilicen el doblaje. Los holandeses, belgas y escandinavos (todos utilizando subtítulos) hablan el inglés mucho mejor que los alemanes (con la televisión doblada); los portugueses y los griegos (con subtítulos) hablan el inglés bastante mejor que sus vecinos de España, Italia y Francia, todos países con la televisión doblada.

La TDT moderna permite emitir en señal doble, una doblada y otra subtitulada, lo cual es el caso en España en la actualidad. Sin embargo, el canal doblado sigue siendo el canal por defecto y si se quiere cambiar a televisión subtitulada, se puede hacer con el mando a distancia del televisor. El cambio de televisión doblada a subtitulada por tanto es muy fácil de realizar: solo hace falta hacer del canal subtitulado el canal por defecto. Sin embargo, habría que imponerlo por ley apoyado por un amplio consenso parlamentario, ya que ninguna emisora privada estaría dispuesta a realizarlo por iniciativa propia, temiendo pérdidas espectaculares de audiencia. Habrá un aluvión de protestas, pero por el bien de nuestros hijos una medida tan radical no precisa de más justificaciones.

Formación profesional

Una reforma educativa no puede ser complete sin una mejora sustancial del sistema de formación profesional. Un país con una economía competitiva, caracterizada por altos sueldos y poco paro, necesita de un sistema de formación profesional altamente diversificado disponible en varios niveles intelectuales. España carece de tal sistema hasta el punto que en España el 40% de los estudiantes termina en una universidad, mientras en países como los Países Bajos, Bélgica, Austria, Alemania y Finlandia este porcentaje no supera el 20%; el resto cursa varios programas de formación profesional.

Un sistema de formación profesional que funcione se caracteriza por la estrecha colaboración entre los centros donde se imparten los cursos de formación profesional y las empresas, sin intervención de administraciones públicas, sindicatos o asociaciones patronales, ni en la organización de los cursos, ni en la gestión, como ha sido el caso desde hace mucho tiempo en países con un sistema que funcione: los Países Bajos, Alemania o Suiza. Ya en 2012 el gobierno decidió en RD 1529/2012, en un intento de mejorar la formación profesional, evolucionar hacia un sistema tal como ha estado funcionando en los países mencionados. En agosto del año pasado el gobierno puso fin al monopolio de los sindicatos y asociaciones patronales en la organización de los cursos de formación profesional con dinero público. Fue una medida muy necesaria después del estallido de varios escándalos de corrupción en que sindicatos y asociaciones patronales ambos fueron acusados de haber desviado cientos, si no miles de millones de euros los últimos años sin haber organizado ni un solo curso.

Sin embargo, un sistema de vocación profesional según el modelo de los Países Bajos, Alemania o Suiza, nunca funcionará satisfactoriamente si no se cumplen dos otras condiciones esenciales: quitar aquellas trabas y barreras administrativas y financieras que frenen o incluso impidan la creación y crecimiento de empresas y la alta de autónomos, más un mercado laboral que no discrimine entre los que están dentro (los fijos) y fuera (los temporales) del sistema, pero este es otro debate.

Fuentes



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