La pandemia
del coronavirus ha destapado muy dolorosamente la vulnerabilidad de nuestras economías
occidentales.
No sólo
habíamos deslocalizado demasiada producción al país desde el que el coronavirus
empezó su expansión por el planeta, sino también paulatinamente se estaban
yendo las actividades de alto valor añadido asociadas, como la
i+d+i y los servicios post venta.
La pandemia
nos ha recolocado con los pies en la tierra hasta tal punto que se esté tomando
muy en serio relocalizar si no la totalidad, por lo menos una parte
significativa de la producción a Europa y en concreto a España.
La
reindustrialización de España, entendiéndola desde una perspectiva moderna, es
decir de iniciativa privada y basada en la i+d+i, es muy necesaria, ya que
desde hace décadas España se encuentra con una estructura económica muy débil,
con un peso excesivo de servicios de bajo valor añadido agravado por un mercado
laboral muy inestable, un sistema educativo fuertemente ideologizado y la
administración pública secuestrada por políticos de baja estatura moral que,
salvo contadas excepciones, únicamente están preocupados por sus sillones.
Es la
industria basada en la i+d+i la que genera una economía fuerte que aguante un
embiste, como están demostrando países como Alemania, mis propios Países Bajos,
Canadá, Suiza, Austria, Corea del Sur o Estados Unidos, y de esto se trata el
presente correo-e.
Es
fundamental que España sea un país fuerte con una economía sólida y ciudadanos
prósperos y libres; hay que entender que no sólo el futuro de España está
comprometido, sino él de nuestra mismísima civilización llamada “Occidente”.
Occidente, más que un lugar, es un concepto, una manera de entender la vida.
Occidente es el conjunto de aquellos países en el mundo donde los ciudadanos
son libres, donde se respetan los derechos humanos, donde existen estados de
derecho que funcionan y donde sus líderes son elegidos democráticamente
mediante sufragio universal.
Después de la
2ª guerra mundial Occidente fue la civilización dominante en el mundo con tal
vez un único competidor, la extinta Unión Soviética, que logró hacerle algo de
sombra. La situación actual es muy distinta: Occidente encuentra ahora en países
como China, Rusia, Turquía o Irán a unos formidables competidores gobernados
por regímenes cuyos valores son muy distintos a los nuestros y que muestran una
voluntad nada disimulada de ser decisivos, por no decir dominantes en el mundo.
Suena a
tremendismo, pero España es un país clave para Occidente, ya que el concepto de
Occidente nació en España (con permiso de nuestros vecinos en Portugal), se
pensó en España y se construyó desde España. Me refiero al descubrimiento de
las Américas, una hazaña ideada por Isabel la Católica, financiada por la
corona de Castilla y ejecutada por Cristóbal Colón. Posteriormente las Américas
fueron conquistadas por y pobladas desde España y la fe cristiana, la fe de
Occidente, fue difundida por el mundo en español (por segunda vez con permiso
de nuestros vecinos los portugueses). Gracias a esta hazaña el español ahora es
con 550 millones de hablantes con diferencia el idioma más hablado en Occidente
(por encima del inglés) y España sigue siendo el referente para la mitad de
este Occidente.
Por eso es
importante que España sea un país fuerte, con ciudadanos libres y prósperos, un
estado de derecho sólido y una democracia bien implantada. Solo una España
fuerte (por tercera vez con la imprescindible colaboración de nuestros vecinos
en Portugal) tiene la capacidad de tirar de los demás países latinoamericanos,
muchos de los cuales siguen en vías de desarrollo, y guiarlos hacia la
prosperidad.
Competir con
éxito con más de la mitad de los países en vías de desarrollo y en situación de
vulnerabilidad es muy difícil, pero si TODO Occidente, desde Hammerfest en
Noruega hasta Punta Arenas en Chile, desde San Francisco en EEUU hasta Atenas
en Grecia, perteneciera a la misma extensísima zona de prosperidad y libertad,
otro gallo cantaría. Por desgracia existen ahora peligrosísimas tendencias en
EEUU y el norte de Europa de dar la espalda a los aliados menos dotados de
prosperidad en la zona mediterránea/latina de Occidente con que no nos podemos
conformar. Por eso la recuperación del concepto de Occidente sólo puede empezar
en España y la iniciativa se tiene que tomar en España.
El primer
paso es la reindustrialización de España. Dicha reindustrialización conlleva
automáticamente, más temprano que tarde, el arreglo de nuestro sistema
educativo, la independización de las organizaciones patronales y sindicales, la
democratización de los partidos políticos y la desvinculación de la justicia de
la política. Sin embargo, en la opinión pública no hay una corriente
mayoritaria favorable a construir una economía fuerte, fruto de décadas de
adoctrinación que ha hecho creer a muchas personas que ganar dinero es malo y
que los empresarios somos malos, alimentado por un clientelismo que ha hecho
depender mucha gente directamente de la bondad de los políticos del turno.
En sendos artículos
míos he intentado plantear soluciones al problema, entendiendo que es complejo
y que se deben matizar muchas soluciones y se pueden añadir otras: https://elperiodicodelaenergia.com/la-transicion-energetica-una-oportunidad-para-reindustrializar-espana/ y https://elperiodicodelaenergia.com/la-despoblacion-y-la-electricidad-el-caso-de-espana/.
Lo que sí sabemos es que no podremos contar con la sabiduría y generosidad de
nuestros políticos. Por tanto, es fundamental crear una corriente de opinión
pública favorable a la reindustrialización para que en la política se lo tome
en serio. No será fácil por el poco prestigio que los propios empresarios, muy
a mi pesar, tenemos en España a no ser que te llames Amancio Ortega.
Será
diferente sin embargo si logramos ganar a españoles ampliamente admirados por
el público para nuestra causa, por ejemplo deportistas de élite, científicos de
reconocido prestigio y hasta S.M. el Rey Felipe VI, quien concretamente ayer
celebró una teleconferencia con un elenco muy selecto de españoles conocidos
cuyo amor por España está fuera de cualquier duda, por ejemplo: Valentín Fuster,
Rafael Nadal, Fernando Alonso, Pau Gasol y Antonio Banderas (https://www.elmundo.es/espana/2020/04/29/5ea9d8e3fdddff708e8b45ef.html).
S.M. el Rey Felipe VI pidió la colaboración a estas personas para recuperar la
confianza en España de inversores, turistas y socios comerciales, es decir para
proyectar un mensaje hacia fuera. Habría que hacer lo mismo con un mensaje
hacia dentro a favor de la reindustrialización de España como fundamento para una economía sólida y ciudadanos prósperos.
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